La depilación por láser es un procedimiento que utiliza un rayo concentrado de luz para eliminar el vello no deseado. Esta luz es absorbida por el pigmento conocido como melanina que hay en el vello y que es la responsable del color del pelo y de la piel. La energía lumínica se convierte en calor, dañando los folículos pilosos que producen los pelos, de manera que retrasa o inhibe el crecimiento del futuro vello. Cuanta más concentración de melanina, más efectivo es el resultado, de ahí que esta técnica no es adecuada para pelos rubios o canosos.
Precaución y evaluación por un profesional
Esta técnica se ha convertido en una solución popular y efectiva a la hora de eliminar el vello no deseado, sin embargo, es importante tener en cuenta que no todas las zonas son adecuadas para este tratamiento, ya que existen partes del cuerpo bastante delicadas en las que hay que tener mucho cuidado a la hora de someterse a la depilación láser.
También en determinadas circunstancias, como el embarazo (aunque no hay estudios concluyentes sobre los efectos, los expertos prefieren no arriesgarse) o la lactancia; estar medicándose con fármacos fotosensibles (algunos corticoides, antibióticos como las tetraciclinas, antiinflamatorios como el ibuprofeno) o retinoides y padecer enfermedades inflamatorias o infecciosas.
¿Dónde no es aconsejable la depilación láser?
- Oídos e interior de la nariz: además de ser extremadamente sensibles, estas zonas están recubiertas por una mucosa que puede irritarse, inflamarse o incluso infectarse. En vez de la depilación laser, se recomienda utilizar métodos de depilación menos invasivos y más seguros, como la recortadora eléctrica.
- Lunares y manchas en la piel: existe el riesgo de alterar la estructura celular del lunar y provocar cáncer de piel. Ante la existencia de lunares, manchas, cicatrices, quemaduras o eccemas es fundamental la evaluación de un dermatólogo antes de considerar la depilación láser. Por supuesto la psoriasis, las dermatitis o cualquier lesión activa de piel está contraindicada con la aplicación de láser.
- Cejas: por su proximidad al ojo. El láser puede provocar daños en la retina o la córnea, que pueden derivar en lesiones oculares graves. Si se realiza, requiere una protección especial en los ojos con gafas específicas. En este caso, la depilación con pinzas o cera permitirá un control más minucioso y evitará cualquier riesgo potencial para la vista.
- Zonas con tatuajes: si aplicamos el láser sobre la piel tatuada, el sistema entenderá que toda la pigmentación del diseño es pelo, emitiendo calor intenso para eliminarlo. Esto puede afectar negativamente a los pigmentos de tinta, -provocando su decoloración o incluso una eliminación del tatuaje- además de aumentar el riesgo de problemas en la piel.
- Cabeza: los folículos pilosos del cuero cabelludo están situados a mayor profundidad que los del resto del cuerpo, por lo que no todos los láseres llegan a eliminarlos como deberían. Además, la piel de la cabeza puede ser más sensible que otras zonas del cuerpo, lo que puede aumentar la incomodidad y el dolor durante el tratamiento.