El sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado o SIBO es un aumento anormal de toda la población bacteriana que no se encuentra comúnmente en esta parte del tubo digestivo, el intestino delgado.
En condiciones normales, el intestino delgado cuenta con menos de 1.000 bacterias/ml, independientemente del tipo de bacteria que sea, ya que, aunque sea un exceso de bacterias beneficiosas para el intestino delgado, puede resultar un problema.
Entre las teorías más recientes se considera que el SIBO es una respuesta del organismo interactuando con su microbiota para intentar solventar un problema de salud como puede ser un déficit nutricional o un problema metabólico, de ahí que sea fundamental realizar una evaluación completa del estado de salud y nutricional del paciente.
Los síntomas suelen ser inespecíficos, como malestar y distensión abdominal, meteorismo, flatulencia o cambios en la consistencia de las heces con o sin diarrea.
La dieta FODMAP y el SIBO
Se estima que un 35% de la población general padece sobrecrecimiento bacteriano. Esta dieta está recomendada para las personas que, entre otras alteraciones intestinales, padecen SIBO. La dieta se basa en eliminar aquellos alimentos vegetales ricos en hidratos de carbono o azúcares fermentables que pueden ser usados por la microbiota como sustrato energético. Estos alimentos pueden llegar al intestino grueso sin digerir y provocar hinchazón, gases, dolor abdominal e incluso diarrea.
Una dieta FODMAP no está diseñada para seguirla toda la vida, sino que tiene un carácter transitorio de unas seis semanas, siendo la primera semana una fase más estricta. Cuando los síntomas han desaparecido, se va introduciendo poco a poco el resto de alimentos, con el fin de ir reconociendo la intolerancia a algún alimento para eliminarlo de la dieta de manera definitiva.
Alimentos recomendados:
- Frutas: plátano, uva, fresas, melón, limón, kiwi, naranja, mandarina y piña, entre otras.
- Verduras: brócoli, zanahoria, calabacín, pepino, endibia, pimiento, patata, calabaza, espinaca, tomate y nabo.
- Cereales: arroz, quinoa y mijo.
- Otros: aceitunas, chocolate negro, café y té.
- Carne, huevos, crustáceos y pescado.
Qué alimentos a evitar con SIBO
Ante un cuadro de SIBO hay una serie de alimentos que se deben evitar, como:
- Fructanos: cuando son en grandes cantidades ajo, alcachofa, caqui, chirimoya, cebolla, centeno, coliflor, espárragos, guisantes, hinojo, melocotón, puerro, remolacha, sandía, trigo, etc.
- Fructosa: fruta enlatada, cerezas, granada, higo, mango, melocotón, albaricoque, pera, mora, sandía, frutos secos como anacardos, pistachos, almendras, zumo de frutas, miel, etc.
- Lactosa: leche y sus derivados, helados, natillas, nata, crema de leche, leche condensada o evaporada, yogur, margarina, queso en crema sin madurar, chocolate con leche, etc.
- Galactanos: legumbres como lentejas o garbanzos.
- Polioles: aguacate, cereza, albaricoque, ciruela, coliflor, manzana, maíz dulce, melocotón, pera, sandía, sorbitol (420), manitol (421), isomalt (953), maltitol (965) y xilitol (967).
Relación del estrés y SIBO
El estrés crónico tiene implicaciones orgánicas que pueden favorecer la proliferación de las bacterias. Disminuye el ácido clorhídrico del estómago, aumenta el riesgo de colonización de microorganismos patógenos, altera el sistema inmunológico aumentando el riesgo de alergias y enfermedades autoinmunes, se desajusta el ritmo peristáltico del intestino, etc.
Para evitar todo esto se recomiendan una serie de consejos como:
- Asegurar un buen descanso nocturno de unas 8h mínimo para evitar incrementar los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
- Sincronizar los ritmos circadianos. Cuando el reloj interno se altera, la salud se resiente. Se recomienda la exposición al sol y evitar la luz de las pantallas unas horas antes de ir a dormir.
- Aprender a gestionar las situaciones de estrés. La práctica de la meditación, contacto con la naturaleza o las técnicas de mindfulness pueden ser una buena herramienta para conseguirlo. En algunos casos es recomendable acudir a un profesional de la psicología para poder cambiar nuestro ritmo de vida.