"Tratamos de aportar lo esencial y necesario"

KAL A, Sofía Romeo, Miguel Sotos, Arquitectura, entrevista

¿Quiénes sois?
Somos KAL A, un estudio centrado en arquitectura, carpintería y paisaje con sede en Madrid. Empezamos en 2017 después de varios años trabajando entre España y el extranjero.

¿Quiénes componen el estudio?
KAL A lo componen Sofía Romeo y Miguel Sotos, aunque colaboramos constantemente con otros arquitectos para crear equipos multidisciplinares y abarcar proyectos de mayor complejidad.

¿Qué tipo de trabajo realizáis?
Al estudio llegan proyectos de todo tipo, y a todos ellos nos intentamos aproximar de la misma manera. Las diferentes escalas de proyecto nos permiten estructurar la economía del estudio, que dividimos en trabajos a corto, medio y largo plazo. Por ejemplo, en este último año hemos recibido encargos de diseño y producción de mobiliario, y por otro lado estamos trabajando en un proyecto de rehabilitación integral de un edificio en el centro de Granada. Tenemos proyectos de pequeñas reformas de intervención mínima y proyectos de obra nueva. También trabajamos en un proyecto editorial independiente desde 2020: Calmo Editions.

¿Cómo se desarrollan vuestros proyectos?
Los encargos de producción los podemos abarcar desde el taller que tenemos dentro del estudio, donde trabajamos y producimos prototipos a escala 1:1, mobiliario y detalles en madera maciza, sobre todo. Tratamos de incorporar esta parte de manufactura propia en los encargos de arquitectura, en la medida de lo posible, para abaratar costes y dar soluciones que no serían posibles hacer de otro modo.

¿Qué relación tienen vuestros proyectos con la salud y bienestar de las personas?
Tratamos de aportar lo esencial y necesario para crear un ambiente acogedor acorde a las necesidades del cliente, priorizando la adaptación a su contexto y aprovechando los agentes climáticos y ambientales existentes. Intentamos evitar los gestos personales y las señas de identidad. Creemos que los espacios los completan las personas que los habitan y cuanto mayor adaptabilidad tengan mejor. Un ejemplo es la escuela infantil que hemos construido en Bohinj, Eslovenia junto a Ana Jerman y Janja Šušnjar de Arrea Arhitektura. Ampliamos el número de clases de la escuela debido a la gran acogida que tuvo el proyecto inicialmente y hemos conocido recientemente que el número de niños enfermos este año en temporada de invierno ha sido un tercio de lo habitual.

¿Qué recomendaciones darías a los que empiezan?
La generación que viene tiene el reto de ser capaces de trabajar de forma mucho más colectiva y unida que lo que hemos podido conseguir hasta ahora. Si realmente queremos afrontar los enormes retos que están por llegar no podemos seguir cultivando un clima de competitividad, egocentrismo e individualismo. Hace falta empatía, solidaridad y ética, luchar contra las prácticas laborales abusivas e incentivar el cuidado tanto de la profesión como de uno mismo. Todos esos nuevos arquitectos que están por salir de la carrera son todavía más conscientes que nosotros y sólo hace falta que tengan la convicción de que pueden tener un gran impacto en la sociedad.