Lejos de unos simples “crujidos” en la espalda, la osteopatía es una disciplina muy completa y una de las ramas de la fisioterapia con mayor auge en la última década. Este conjunto de técnicas manuales y tratamientos no invasivos se emplea para tratar lesiones y aliviar molestias y dolores a través de la recuperación del equilibrio orgánico.
Pero el osteópata no es únicamente un especialista en la resolución de problemas musculoesqueléticos, el enfoque global de la osteopatía le habilita, además, para tratar dolencias del sistema circulatorio, digestivo, respiratorio, nervioso, endocrino, urinario, del aparato reproductor, etc.
El tratamiento osteopático pone especial atención en la estructura del individuo y en los problemas mecánicos de su cuerpo. Comienza con una evaluación de exclusión, en la cual se descartan patologías que pudieran estar relacionadas con los mismos síntomas. Tras la evaluación, se realiza un diagnóstico osteopático, buscando las disfunciones y decidiendo el abordaje más adecuado que logrará devolver su movilidad a los tejidos.
Acudimos también al osteópata cuando queremos prevenir. En la medida que recupera el equilibrio orgánico, el tratamiento osteopático es particularmente adecuado para la prevención de dolencias.
Tipos de osteopatía
Dado que incide sobre diferentes tipos de tejidos, la osteopatía debe aplicar técnicas diferentes que se clasifican en tres tipos: estructural, visceral y craneal.
- Estructural: describe el diagnóstico, el tratamiento de las disfunciones y trabaja las restricciones de movilidad, la biomecánica articular y la postura del paciente. Generalmente se enfoca en estirar los músculos y movilizar y ajustar las articulaciones utilizando técnicas de manipulación. Es efectiva en el tratamiento de dolores y molestias generalizadas, dolor artrítico, problemas circulatorios, problemas de digestión, lumbalgias, ciática, neuralgia, fibromialgia y ciertas lesiones deportivas, entre otros.
- Visceral: actúa sobre los tejidos que participan en las funciones de las vísceras, las membranas fibrosas en relación, los músculos, los diferentes planos de deslizamiento entre los órganos, los vasos sanguíneos, los nervios…Todos los tejidos que aseguran el funcionamiento orgánico deben estar libres en su paso anatómico, lo que no siempre ocurre debido a adherencias. Las técnicas manuales viscerales ayudan a liberar interrupciones en el flujo de movilidad, lo que ofrece al organismo una base funcional más útil, productiva y saludable.
- Craneal: mediante técnicas manuales se libera y facilita la micromovilidad del cráneo y el conjunto de la relación craneosacra. Algunas consecuencias de alteraciones posturales, traumatismos, desequilibrios musculares, etc., pueden afectar a nervios craneales, arterias, glándulas y otros tejidos, provocando neuralgias, dificultades de visión, audición, alteraciones de algunas funciones glandulares, vértigos, migrañas; e incluso a través del sistema nervioso vegetativo, trastornos digestivos, respiratorios y vasculares, entre otros.
¿En qué casos está contraindicada la osteopatía?
Antes de llevarse a cabo el tratamiento, se debe de tener en cuenta el estado general del paciente y si existe alguna patología previa, puesto que el tratamiento estaría contraindicado de forma absoluta en pacientes que presenten un estado debilitado de la estructura, bien sea por patologías de tipo tumoral (tumores óseos), reumáticas (espondilitis anquilosante en fase muy avanzada), inflamatorias, vasculares (aneurismas, estenosis, insuficiencias venosas), cirugías recientes, etc.